La experiencia que aquí se presenta hace parte del Proyecto Virtual Renovación de la Didáctica en el Campo del Lenguaje para los Primeros Grados de la Escolaridad, desarrollado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC. Se trata de un proceso de formación, sistematización e investigación en el aula, desarrollado durante un año, cuyo propósito central es la transformación de las prácticas de enseñanza del lenguaje. Cohorte 2010, financiada por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, en la que participaron 120 docentes en ejercicio, de los primeros grados de escolaridad.

4. Problemática

4. Problemática

Cuando los niños y niñas de grado transición 2, primero 1 y primero 5 de la Sede Santo Domingo (con los que se realizará la secuencia didáctica) hablan, lo hacen incumpliendo las normas de interacción existentes en el aula, a pesar de que las conocen no las ponen en práctica: gritan, hablan al mismo tiempo, pocas veces argumentan o expresan su punto de vista, dicen lo mismo que expresó su compañero anterior, sólo una minoría logra expresar una opinión propia. Ante el caos derivado del no cumplimiento de las normas, los niños y niñas están inmersos en un entorno en el que prevalece la comunicación no verbal y agresiva, pues frecuentemente se comunican a través de gestos, de expresiones bruscas, como el tono de voz fuerte, vocabulario soez y agresiones físicas y lo verbal queda en un segundo plano. Por lo general, habla el que más poder tiene al interior del grupo, es decir el líder, quien con una postura rígida, un tono de voz fuerte  y una actitud agresiva, interfiere en la participación de los demás compañeros de clase. Como docentes consideramos que la escuela es el espacio propicio para que los niños reconozcan que en su relación con el otro hay unas normas de interacción que es necesario cumplir.

Por ejemplo, notamos que en los “buenos días” (rutina diaria que se realiza al inicio de la jornada con los niños para orar, cantar, dar recomendaciones, entre otros) y demás actividades del día, los niños juegan, hablan con sus compañeros, se entretienen con objetos personales, ocasionando ruidos que hacen que la información no sea comprendida. No están acostumbrados a escuchar a la docente o a sus compañeros cuando hablan. Como consecuencia, no logran realizar las actividades o consignas que la maestra ha dado, haciéndose necesaria la repetición constante de éstas.
Ahora bien, otro aspecto de la oralidad que como docentes nos cuestiona es el reconocimiento de que los  niños llegan a la escuela con un repertorio lingüístico  caracterizado por un lenguaje coloquial. En esa línea consideramos  necesario que los niños logren descubrir que hay momentos de conversación formal e informal, en los cuales  aparecen elementos complejos, pues su léxico se va ampliando, es decir, aprenden vocabulario propio de situaciones formales, descubren que en determinados momentos intervenimos de maneras específicas. Estos dos aprendizajes (cumplir las normas e intervenir en una situación formal de manera adecuada) pueden darse paralelamente pues cuando los niños logran escucharse y escuchar a los demás, descubren que su voz tiene un lugar, pero también que las palabras cobran sentido y se utilizan de manera concreta en cada contexto y situación.

Es por ello que nuestra labor en esta secuencia didáctica estará orientada a generar espacios de comunicación donde conjuntamente se retomen, reconstruyan y practiquen normas de interacción que permitan el intercambio de ideas, discusiones, reflexiones y opiniones, que fortalezcan el “hablar para interactuar”. Lo anterior permitirá que los niños comprendan que dentro del aula hay unas normas que se deben cumplir para una sana convivencia, tanto en el aula como en la vida social. Así nos formulamos la siguiente pregunta:

¿Cómo lograr que los niños y las niñas reconozcan y cumplan las normas de interacción en el aula preparándose para hablar en una situación de habla, la tertulia?

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